La familia Thompson se embarcó en la aventura de su vida: un crucero por Alaska. Compuestos por mamá (Sarah), papá (John), su hija adolescente Emily y el travieso Timmy, de ocho años, los Thompson estaban listos para los glaciares, la vida silvestre y mucha diversión.
Su viaje comenzó sin problemas y todos maravillados ante los impresionantes paisajes. El segundo día, el barco anunció una excursión de avistamiento de ballenas y los Thompson estaban más que emocionados. Sin embargo, la verdadera emoción comenzó cuando conocieron al Capitán Jake, un guía rudo y carismático con predilección por los cuentos fantásticos.
El Capitán Jake los entretuvo con historias de Moby, una ballena legendaria conocida por brindar a los pasajeros un chapuzón inolvidable. A medida que el barco se acercaba a un conocido punto de acceso a las ballenas, Jake repartió ponchos, "Por si acaso Moby quiere saludar".
Emily, siempre pegada a su teléfono, intentaba capturar la selfie perfecta con el océano de fondo. Timmy, por otro lado, estaba colgado de la barandilla, con la esperanza de ver una ballena primero. De repente, hubo un chapoteo masivo y un géiser de agua se disparó, empapando a todos en cubierta. Emily gritó cuando su teléfono salió volando al agua, mientras Timmy, empapado y encantado, gritaba: "¡Moby es real!".
Más tarde esa noche, con Emily enfurruñada por su teléfono perdido, la familia asistió al espectáculo de comedia del barco para levantarles el ánimo. El comediante, intuyendo una historia, invitó a John al escenario. Antes de darse cuenta, John estaba recreando el encuentro con la ballena, completo con salpicaduras exageradas y el dramático grito de Emily. El público estalló en carcajadas y Emily, a su pesar, no pudo evitar reírse también.
Al día siguiente, Sarah sugirió un juego de bingo familiar para mantener la diversión. Los Thompson se encontraron rodeados de entusiastas experimentados del bingo, incluida una anciana llamada Mildred, que se tomaba el bingo muy en serio. Mientras se anunciaban los números, Timmy, aburrido e inquieto, decidió darle vida a las cosas. Cada vez que llamaban a un número cercano al suyo, soltaba un fuerte "¡Bingo!" Sólo para ver las reacciones.
A la tercera llamada falsa, Mildred ya había tenido suficiente. Se acercó, señaló a Timmy con el dedo y dijo: "Joven, si gritas 'Bingo' una vez más, caminarás sobre la tabla". Timmy, con los ojos muy abiertos, asintió vigorosamente. A partir de entonces, cada número fue recibido con un tenso silencio por parte de Timmy, para diversión de todos los presentes.
Cuando el crucero se acercaba a su fin, los Thompson decidieron tomar una foto familiar con el majestuoso Alaska como telón de fondo. John configuró la cámara con un temporizador, pero justo cuando el obturador hizo clic, una gaviota descendió en picado y robó el sombrero de Timmy, dejándolo a él y a todos los demás en un ataque de risa.
El crucero terminó con los Thompson llenos de historias que contar y con una nueva apreciación por las aventuras espontáneas. A pesar del sacrificio del teléfono de Emily y el casi destierro del bingo de Timmy, estuvieron de acuerdo en que fueron las vacaciones más divertidas y memorables que jamás habían tenido. Y cuando abandonaron la nave, Timmy se volvió hacia su familia y declaró: "¡El año que viene, intentemos un campamento espacial!".
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